En la isla la Hispaniola, la introducción del cafeto ha sido situada presumiblemente entre el año 1726-1735 por la zona occidental de la isla, entonces colonia Francesa y hoy República de Haití, de donde pasó a la República Dominicana, siendo introducido por la loma de Panzo en Bahoruco, dentro de la región Enriquillo, espacio geográfico de procedencia del Café Barahona.
Según una versión oral oriunda de Barahona y Neyba, arrastrada generación tras generación y recogida por Olivares Morillo, los primeros cafetos plantados en la colonia española de Santo Domingo eventualmente fueron sembrados por los españoles en la loma de Panzo, aunque era cosechado por los franceses, quienes llevaban el producto a la parte Oeste de la isla y desde allí lo exportaban.
Parece ser que muchas de las primeras plantaciones de café de la parte oriental de Santo Domingo fueron fomentadas por colonos franceses, cosa que no sería ilógica dado el abandono a que estaba sometida la zona fronteriza. Una carta del gobernador Azlor del 11 de julio de 1761 notificaba a la corona española que se había descubierto que “… los franceses adelantaban sobre nuestros terrenos varias estancias con Plantíos de café y otras frutas, y que habiéndose intentado su demolición, fue preciso suspenderla, porque los franceses tomaron la resolución de hacer fuego contra nosotros. Partidas cuyo empeño en sostenerle pudiera haber ocasionado fatales consecuencias”. Al pedir el gobernador español al comandante francés el restablecimiento de los terrenos usurpados, recibió de este una negativa “… alegando, como prueba del derecho de los Franceses a esta posesión, la antigüedad de sus Fabricas y plantíos”. Para el 6 de abril de 1764, informaba el gobernador Azlor que “… Mr. Villard había hecho tercera fundación con siembra de café en el paraje nombrado Arroyo Seco…”. Nótese que el comandante francés había argumentado “la antigüedad de sus Fabricas y plantíos”, lo que nos lleva a pensar que tales cafetales podrían haber tenido más de 20 años de plantados para 1761. Este caso particular, de cafetales fomentados por colonos franceses en la parte española de la isla, dio lugar a unas instrucciones de la corona española sobre la necesidad de establecer los límites fronterizos entre las dos naciones, cosa que es importante destacar pues se refiere a un hecho que ha gravitado decisivamente en la misma esencia del devenir histórico de la República Dominicana.
Durante casi un siglo, entre la fecha en que presumiblemente ya se había introducido al cafeto a la colonia española de Santo Domingo (1735) hasta el año de 1821, hubo nulo o poco interés oficial en torno al impulso del cultivo del café en el territorio colonial español de Santo Domingo. Durante el período de la Ocupación Haitiana de Santo Domingo, empezó a verificarse un proceso más dinámico de fomento de cafetales en la parte oriental de la isla. Gracias a ello, según DiFulvio, citado por Daviron y Ponte, “Hasta la Revolución Francesa, el modelo esclavista de plantación de café estaba ejemplificado por Santo Domingo (Haití). Hacia 1780, la isla surtía la mitad del volumen del consumo de café europeo”.
En el ocaso del Siglo XIX, Barahona era ya una de las principales zonas productoras de café del país, en la cual se estaba beneficiando un producto de buena calidad que empezó a ser demandado por ciertos compradores extranjeros. Sobre el particular señaló el Gobernador Provincial en la Memoria Anual de 1897: “Así, pues, la inculta, inmensa e inhabilitada extensión de terrenos comprendida desde Barahona a Enriquillo vase convirtiendo en hermosos cafetales que ya comienzan a rendir sus pingues beneficios… los precios alcanzados por el café y el tabaco de estas regiones, muy superiores a los de otras localidades: el café alcanzó venta a la par del de las mejores marcas de Puerto Rico”.